Hoy, esta entrada, la voy a dedicar a un hotel. Pero no un
hotel cualquiera, no, sino un hotel al que recomiendo, encarecidamente, que no vayáis.
Es el Hotel TOP Royal Star en Lloret de Mar.
En un principio, el hotel tenía buena pinta y, además, de
cuatro estrellas.
Cuando vas con un presupuesto limitado, como es mi caso, y
te hacen una gran oferta la tendencia es, claro está, aceptarla sin
miramientos. Y eso es lo que hice.
Normalmente el tiro me sale bien pero, en este caso, el tiro
me salió por la culata.
Desconozco totalmente el motivo por el cual este hotel tiene
cuatro estrellas ya que yo le ponía dos y a duras penas. Imagino que debe ser
por servicios que se ofrecen a los clientes y, bueno, si, servicios ofrece, el
problema es la calidad de los mismos.
En general, la gente
que te atiende es educada, salvo un hooligan que trabaja en el comedor
cambiando bandejas de comida vacías por otras llenas que se dedica a hacer
rallyes con su carro tractor lleno y pesado.
A este señor, todo y todos le molestábamos.
Teniendo en cuenta que hablamos de un hotel veraniego en
Lloret de Mar donde abundan los extranjeros de baja estofa que van a lo barato
y te dan de codazos por una patata frita, pues no te puedes esperar más que
aglomeración, poca educación y también mucha hambre.
Así que, mi conclusión, es que, el buen hombre, tendrá por
lo menos un par de úlceras y dos hernias discales por sus boleas con las
bandejas.
Era el
odio hecho persona.
Bien.
Mentar también los camareros más mayores en el bar. Precisamente
ellos, los mayores, te atendían como si les molestaras solo por decir buenos
días. Me daban ganas de decirles, “¡¡no os preocupes chicos!!, la temporada de
verano ya termina….”
Por lo demás y en general, repito, la atención correcta, no
tiramos cohetes pero bueno, aceptable.
Y ahora, voy a entrar en mejunje:
1.- Las camas horribles, es totalmente imposible dormir en
esos colchones torcidos, duros y altos. Son tan incómodos que por la noche, en la
milésima vez que te despiertas con un dolor de espalda de aúpa, ya te entra tal
mala leche que te cuesta volver a dormir, eso si lo consigues.
Las sábanas disponían de su propia ventilación gracias a sus maravillosos agujeros.
2.- En los balcones te ponen dos sillas solitarias sin una
mesa donde apoyarte ni donde poder poner un libro o una revista. No hay
tendedero para las toallas y bañadores.
A mi me tocaron vistas a una piscina, pero pude darme cuenta
que hay habitaciones que dan directamente a una pared en la planta baja. Encima
de esa pared, está el cementerio.
3.- El secador. Ese viejo artilugio no solo no te seca el
pelo sino que todo el aire caliente se va por el mango. Acabé con la palma de
la mano escaldada y el pelo, claro, mojado.
4.- En la habitación no hay nevera, la tienes que alquilar
pero tampoco tienes seguro obtenerla porque hay pocas.
5.- Hay una pequeña piscina jacuzzi escondida por el hotel.
Yo justo la descubrí cuando me iba, yendo a buscar el coche con las maletas.
Resulta que se accede por una puerta sin señalizar. Sales a un patio desnudo y,
allí, unas sospechosas escaleras de emergencia de hierro, te llevan a la susodicha
piscina. Por supuesto, no hay nadie, es más, da justo al cementerio. Ahí fijo
que puedes remojarte en paz.
6.- Hay dos piscinas más. La principal, donde está la
mayoría de gente, con el bar, tumbonas, etc… La otra está al otro lado, sin bar
y con cuatro personas a lo sumo. Esta segunda piscina está muy bien si quieres
tomar el sol tranquilo sin muchos niños correteando pero, como quieras meterte
en el agua, estás perdido ya que la mayoría del día da la sombra y el agua está
congelada. También el modo de acceso es bastante complejo.
7.- El comedor y la comida. Mi gran decepción y pena. La
comida mala, pocas opciones y reciclada.
Vi como recogían la comida que caía fuera de las bandejas
con una espátula y la volvían a meter como si nada. Si es una patata frita,
mira, tampoco es para tanto, pero un rebozado o un trozo de carne, pues eso ya
da mas mal rollo.
Las bebidas te las pides en una barra pero las colas
llegaban a Tumbuctú por lo que la hora de la comida se alarga innecesariamente
y con una sed que reventabas.
El pan duro o chicle.
Me vi en la obligación de rebuscar entre toda la pila de
platos para servirte ya que los grumos de comida incrustados en ellos me daban
náuseas.
No es que ya esté mal que no se laven bien los platos sino
que la persona que los coloca que me explique dónde está mirando mientras lo
hace.
Los letreros de la cena anterior se mantenían al día
siguiente en el desayuno. No es que a mi me creara confusión alguna, pero la
ironía estaba servida:
8.- El spa que llaman ellos, es una piscina muy mona y muy
pequeña con dos jacuzzi de los cuales solo funcionaba uno. La mona piscina
tenía el agua más fría que la de fuera a la sombra y te llega el agua en toda
ella por las caderas, cosa poco cómoda cuando quieres flotar y relajarte.
Hay una sauna pero decidí que no me interesaba lo
suficiente. Un gimnasio en la puerta de enfrente con unas bicicletas estáticas
y similar, pero vamos, un cuarto oscuro.
9.- Todas las bebidas son de marcas extrañas desconocidas
totalmente, imbebibles, por supuesto.
En fin, un desastre de hotel.
Como siempre digo, si queréis saber los servicios y
características del hotel googlea bien y no mires con quien pero vamos, nada
nuevo nos ofrece y de las cuatro estrellas le quito dos y media.
Dejo referencia por si interesa:
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