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jueves, 30 de enero de 2014

EL COMIENZO

EL COMIENZO (el comienzo)

Mi cabeza daba vueltas y vueltas. Todo mi cuerpo temblaba a causa de los calambres por estar mucho rato en la misma posición. Mis muñecas empezaban a sangrar ya que parecía ser que no habían encontrado más que alambres para atármelas. No podía creer lo que me estaba sucediendo. ¿Por qué yo? ¿Qué tenía yo que ellos quisieran? Creía que ya conocía todas las desgracias posibles, pero aquella, las superaba a todas.



Todo empezó cuando, al salir del hospital, dos brazos de hierro me agarraron por detrás y, casi sin darme cuenta de lo que sucedía, me metieron en una especie de camioneta. En seguida, noté un golpe seco en la nuca y... oscuridad


Desperté estirada sobre algo frío y duro. Abrí los ojos y la luz me deslumbró cegándome por unos instantes. Cuando me acostumbré a ella, vi que estaba en una habitación sin ventanas y con las paredes blancas. Yo estaba sobre una camilla sin sábanas ni mantas. Me habían puesto una especie de camisón de hospital pero mucho más áspero e incómodo. Tenía mucho frío. Intenté levantarme pero entró un hombre y volví a recostarme rápidamente. Iba todo de negro y una gorra le tapaba parte de la cara.
Era muy alto y delgado. No puede evitar sentir como el terror golpeaba mi corazón. No habló, simplemente me levantó bruscamente y me dio tal bofetada que caí al suelo. Me giré y lo miré sorprendida saboreando mi propia sangre. Me agarró por el pelo, me levantó y me empujó hacia la pared golpeándome la cabeza, cosa que me aturdió, aunque no lo suficiente para no cubrirme cuando su puño se acercaba a mi apartándome de él instintivamente.
Lo miré fijamente. Su cara reflejaba una indiferencia que empezaba a enfurecerme. Poco a poco comenzó a acercarse mientras yo caminaba hacia atrás hasta notar la camilla a mis espaldas. Cuando lo tuve lo suficientemente cerca, me senté en ella y levanté la pierna golpeándole en el estómago.
El hombre se retorció de dolor y, aprovechando el momento, corrí hacia la puerta. Cerrada. Me giré. Le miré. Me miró. Sabía que iba a sufrir las consecuencias de lo que acababa de hacer. Después del segundo golpe perdí el conocimiento...

Y allí estaba. Atada, molida a golpes y sola en la oscuridad.
Después de lo que, quizá, fueron horas, se abrió una puerta por la cual entró algo de luz. Me fue suficiente para saber que seguía viva.
Esta vez era una mujer. Iba vestida igual que el otro hombre.
- Supongo que ya te imaginarás que vas a morir-dijo con voz aterciopelada. Yo asentí.
- Bien-siguió.
Reuní las pocas fuerzas que me quedaban para preguntar:
-¿Por qué?
- Y, ¿por qué no?
- Porque yo no quiero que me matéis.
- Bueno, eso no es una razón suficiente para evitarlo.
- Para mi sí.
- Para mi no. Piensa que tus razones no tienen porque ser las mías.
-¿Qué dirías si tú estuvieras en mi situación?
- Probablemente lo mismo que tú.
- Y, ¿por qué no intentas entenderme?
- Porque si tú estuvieras en mi lugar no lo intentarías, de hecho ni te importaría.
- No conozco tus razones para hacerme esto, así que esta conversación se está volviendo ridícula-concluí con desprecio.
- Quizá si, quizá no. La verdad, no te ha de preocupar mucho ya que...
-Si,si. Ya se.
Nos miramos durante largo rato.
-¿Sabes?, te admiro-dijo de pronto.
La miré sorprendida.
- Otras personas pasaron por esto llorando y pidiendo clemencia. Me daban asco.
-¿Por qué has de despreciar a las personas que demuestran sus sentimientos, que quieren vivir a toda costa?
La mujer alzó los hombros mostrando indiferencia.
-¿Sabes qué?- continué- que yo las admiro, las admiro porque se apasionan por la vida. Ponen todas sus fuerzas en vivir el momento y disfrutar de él. No creo que seas capaz tú de eso.
Me miró molesta. Ya que iba a morir por lo menos me desfogaría con aquella mujer que empezaba a suscitar en mi un odio tal que, si hubiera tenido algún medio a mi alcance, la hubiera matado a sangre fría y sin pensármelo dos veces.
Entonces, de pronto, cayó al suelo en un golpe sordo. Yo abrí los ojos por la sorpresa y, al cabo de cinco segundos, entraron dos hombres y, encendiendo la luz, la recogieron y se la llevaron. Entonces, el hombre que me había golpeado, apareció en la puerta.
- Sabía que lo conseguirías, pero es increíble la rapidez con la que lo has hecho.
-¿El qué?- pregunté sin comprender.
- Matar, matar por el simple hecho de desearlo.
- Pero yo no...
Entonces comprendí.
- Muy bien, y ahora, ¿qué?
- Ahora muchas cosas. Sé que tienes muchas preguntas y te las responderé a su debido tiempo.
No soportaba aquello. A él también lo odiaba, podía intentar...
- No, no te aconsejo que lo intentes conmigo. Tú y yo somos iguales ¿sabes? Una lucha entre nosotros podría ser desastrosa.
-¿Por qué?
- Porque sería como una lucha entre dioses.
- Comprendo- no entendía nada.
- No, no comprendes. Tu vida a partir de ahora será totalmente diferente. Serás otra persona...
-¿Quién lo ha decidido?- pregunté inquisitiva.
- Yo- contestó levantando las cejas, después continuó- Somos pocos, te necesitamos.
-¿Quienes?
El hombre se acercó a mi y se agachó hasta casi tocarme la nariz con la suya. Entonces se quitó la gorra. Me sorprendí ante el atractivo de su cara, pero aún así lo odiaba.
- Lo sabrás a su debido tiempo. Ahora, ¡vamos!

EL COMIENZO II (descubrimientos)

Corrí como alma que lleva el diablo. Doblé la esquina y seguí hasta llegar al parque, cerca del lugar donde había actuado. Las lágrimas me incomodaban y no podía ver con claridad. Me las limpié rápidamente hasta llegar a unos lavabos públicos. Entré por una de las ventanas de la parte de atrás. No había nadie, aunque ya lo sabía antes de entrar.
Una vez dentro, me quité la peluca morena y me deshice la cola dejando que el pelo me cayera por los hombros con libertad. Me quité la blusa negra y la falda y me puse una minifalda rosa y una camiseta blanca. Me puse las bambas y luego me encasqueté una gorra. Los despojos los dejé dentro de una tubería en el lavabo que tenía el letrero de "NO FUNCIONA".
Antes de salir me miré en el espejo y me hundí más en la gorra no dejando casi ver mis ojos. La expresión que había en ellos era la misma que tenía siempre después de eliminar a alguien que, sin poder evitarlo, me caía bien. Era un sentimiento que me impregnaba el alma desde lo más profundo cuando entraba en sus mentes. Todos tenían esa zona oscura y tenebrosa donde repasaba los hechos que me habían facilitado en los informes anteriormente para confirmar que no me mentían, pero, solo algunos, tenían otro lugar apacible y sencillo que conectaba conmigo de manera arrolladora. Eliminar a estos últimos era demasiado para mi, pero debía hacerlo para poder sobrevivir.

Tantas veces había planeado dejarlo, tantas veces había querido escapar, cambiar de vida, pero no era posible. Por mucho que huyera de Ellos siempre me encontrarían, me habían implantado un Seguidor que me impedía utilizar todo lo que había aprendido para ocultarme. Me localizarían cuando quisieran. Lo había visto veces anteriores. Compañeros con los que había convivido lo habían intentado pero siempre habían sido descubiertos y, en unas horas, capturados. Nunca los volvía a ver.
Suspiré y levanté los hombros intentando demostrarme a mi misma que empezaba ya a serme indiferente todo aquello.
Cogí la mochila y salí de allí silbando. Caminé despacio y segura y me metí un chicle en la boca masticando con desparpajo. ¿Para qué tanta precaución?
¿Quién se iba a imaginar quienes éramos y lo que hacíamos? Mis preguntas siempre tenían la misma respuesta por parte de Logan... "son medidas de seguridad, por precaución, nada más". Por precaución, ¿precaución por qué?, ¿a qué le hemos de temer? o, ¿a quién?

Seguí caminando y me dirigí hacia la parada de autobús. Todo estaba en calma en aquella zona. Nadie me miraba. Me senté en el banco a esperar.
Revisé todo mi alrededor con disimulo. Mi mirada se detuvo bruscamente sobre dos ojos que me observaban. Bajé la mirada y volví a mirar hacia aquel punto.
Era un hombre vestido con un abrigo negro. Debajo llevaba un traje con corbata también oscuro. Las manos en los bolsillos.
Intenté entrar en su mente con precaución pero, al intentarlo, un muro incandescente me hizo rebotar. Un gemido salió de mi garganta y me puse la mano en la cabeza cerrando los ojos.
Inmediatamente y sin mirar comencé a correr. No sabía hacia donde pero sabía que tenía que huir de aquel individuo. Después de unos minutos, me metí en un centro comercial intentando evitar que la gente me mirara directamente. Me dirigí hacia los lavabos. Entré y me miré al espejo. Tenía la cara manchada de sangre que manaba de mi nariz. Con un poco de papel y agua me limpié.
No podía ser. No conocía a aquel hombre. No era de los nuestros pero tenía un poder igual o mayor. No se si yo sería capaz de rechazar un intruso en mi mente con esa fuerza. Me puse el auricular y conecte la radio. Me dirigí hacia la calle despacio, observando a mi alrededor, tanteando mentes con sumo cuidado. Nada, nadie me amenazaba. Mientras, oía la voz de Logan al otro lado.
- Informa, Kaori.
Bajé la cabeza.
- Voy hacia el Centro.
-¿Qué pasa? ¿Por qué el retraso?
- Perdí el autobús.
El silencio que le siguió me dio a entender que dudaba de mis palabras.
- Ya sabes lo que tienes que hacer. Corto-contestó finalmente con voz seca.
Me deslicé el auricular bajo la camiseta y avancé hasta la calle. Cogí un taxi y le pedí que me llevara al otro lado de la ciudad. Cuando llegamos cogí otro que me llevó al centro. Paseé un rato y, cuando verifiqué que nadie me seguía entré en el metro.
Después de dos horas, entré por la puerta de servicio del hotel por donde nos deslizábamos para entrar en el Centro. El acceso estaba estratégicamente colocado detrás del ascensor. Era tan típico que el primer día que lo vi me dio la risa. Logan me miró seriamente como siempre hacía cuando algo no le parecía correcto, que en cuanto a mi era cualquier cosa que yo hiciera u opinara.
-¿Quién iba a buscar aquí un centro de operaciones? La gente se dedica a ver películas pero no se cree nada de lo que ve, así que...- y encogió los hombros.
Comprendí la filosofía del Centro. Desde luego, me daba cuenta de lo irónica que era la vida.
En cuanto al hotel, todos los empleados habían sido contratados y se les pagaba muy bien para acallar posibles sospechas, aunque no era difícil porque solíamos variar nuestro aspecto con suma frecuencia. Además, aquello era un hotel, precisamente un lugar en el que las caras continuamente eran diferentes.
Minutos después, entré en mi despacho. Me senté en la silla y estiré las piernas echándome hacia atrás todo lo que pude.
Debía hacer el informe del caso pero todavía no sabía exactamente como describirlo todo. Debía contar, además, con el grave episodio vivido con el desconocido. Me había detectado puesto que, al tener la mente tan protegida, demostraba que se había dado cuenta de mi poder. Podía incluso saber quién era yo y a qué me dedicaba. Estaba en peligro pero, por alguna razón, no quería que la Organización supiera nada. Mi instinto no se equivocaba casi nunca. Una vez más confiaría en él. De todas maneras era consciente de que mi vida peligraba, mi primera reacción al contactar con él había sido alejarme, debía estar preparada para un próximo encuentro.

EL COMIENZO III (planes)

Mientras Logan revisaba mi informe del último caso, crucé las piernas e intenté relajarme, procuré convencerme de que, cuando acabara de leerlo, me creería sin dudarlo ni un momento. Llevaba ya dos años en activo, no había hecho nunca nada para que pudieran sospechar de mi, no los había engañado nunca.
Por fin acabó y, sin mirarme, dijo:
- Puedes retirarte.
Me levanté y salí cerrando la puerta cuidadosamente.

Por fin, llegué a mi habitación que estaba en el ático del hotel. Era bastante espaciosa, de hecho disponía de un discreto comedor, un dormitorio y un estudio. No era mucho como piso para vivir pero, con la vida que llevaba, desde luego era una mínima preocupación.
Lancé las llaves sobre el mueble y me dirigí a la terraza. Me apoyé en la barandilla con los codos y contemplé la calle.
Estaba a una altura de seis pisos aproximadamente, así que podía percibir situaciones, oír a lo lejos palabras sueltas de conversaciones ajenas, risas... era algo parecido a volver a vivir una vida normal. Sabía que únicamente podía observar, nunca más podría intervenir en algo parecido a mi existencia anterior.
Debía estar atenta, ahora más que nunca... tenía un doble juego entre manos que podría costarme la vida, lo había comenzado al ocultar la verdad en mi informe.
Mis pensamientos se interrumpieron bruscamente. Un hombre con las manos en los bolsillos de su abrigo observaba la calle con expresión tranquila. Me percaté de que, de vez en cuando vigilaba la puerta del hotel... era Él.
Me aparté de la barandilla con el corazón acelerado y me asomé de nuevo poco a poco para mirarlo, intentando que no se diera cuenta de que estaba allí.
Todo él gritaba que era un agente del gobierno. Aunque yo también lo era al fin y al cabo solo que, los métodos del Centro eran un poco más drásticos. No se basaban en las leyes, sino en los hechos, para poder condenar a alguien a la muerte. Según Logan todo estaba muy estudiado, todo era verificado hasta la saciedad para no errar en el tiro, pero mi conciencia me preguntaba continuamente ¿y si...? De todas maneras no era yo quien para decidir, de hecho no tenía derecho ni a emitir un sonido de desobediencia, mi misión impuesta era la que era y no había nada que hacer. Nuestra existencia la conocían apenas unas cuantas personas de las que ni siquiera conocía su identidad, tampoco deseaba saberla.
Pero algo pasaba. Ese hombre no parecía uno de los grandes a los que yo imaginaba maquinando una organización, un grupo que hiciera desaparecer a gente a su propio criterio o voluntad.
Seguí observándolo con objetividad, intenté indagar, intuir cuidadosamente en su persona basándome en lo que veía. Protegí mi mente y no intenté en ningún momento introducirme en la de él, eso me habría delatado.
Un aire de superioridad lo rodeaba como un aura luminosa. Miró la hora en el reloj de muñeca con un movimiento suave y rítmico. Tenía el ceño fruncido y miraba a su alrededor sin ninguna expresión en el rostro, ni curiosidad ni expectación, nada... era tan perfecto en toda su forma que empezaba a nacer en mi una profunda sensación desagradable desde el estómago.
Bien, debía hacer algo.

Las puertas del ascensor se abrieron media hora después mientras mis oídos escuchaban el sonido de aviso de llegada. Me encantaba ese sonido, era algo seguro, algo que siempre sucedía en ese determinado momento. Ese timbre, de una sola nota resonante, anunciaba siempre una llegada. No había engaños, mentiras, traiciones... siempre era igual.
Caminé tranquila. Había decidido vestirme con traje, el pelo recogido severamente en un moño y maquillada para parecer bastante más mayor. Deseaba saber hasta que punto podía llegar. La primera vez que nos habíamos visto vestía de niña de escuela, sabía que me localizaría, pero debía tantear el terreno.
El botones me hizo una señal de reconocimiento y me abrió la puerta. Le guiñé el ojo y salí, era uno de los mejores en aquel lugar.
En seguida noté su mirada en mi. Protegí mi mente suavemente y comencé a caminar hacia un parque cercano. No noté nada, así que imaginé que me estaba siguiendo.
Mi caminar tranquilo me acercó poco a poco hacia mi destino. En diez minutos llegué a las puertas del parque y aceleré un poco más el paso. Entré y giré a la derecha pero, en lugar de seguir, me agazapé pegada a la pared esperando a que apareciera el desconocido.
Minutos después de una vigilancia incansable, vi una pierna con el pantalón que reconocí como suyo. Antes de que se diera cuenta de mi posición, lo golpeé de una patada en el pecho. Se tambaleó hacia atrás y aproveché para golpearlo en la cara. Cayó hacia la pared y se quedó tumbado en el suelo. Me extrañó haberle dejado KO tan rápido así que me acerqué sigilosa, era mi oportunidad. Me arrodillé introduciendo un papel en el bolsillo de su abrigo.
De pronto, un flash en mi mente me golpeó y me hizo caer hacia atrás con violencia. Intenté reaccionar lo más rápidamente posible, debía escapar de aquella situación. Aproveché el impulso de la caída para dar una voltereta y ponerme en pie. Me mareé un poco pero los nervios me mantuvieron lo suficientemente alerta como para recuperarme rápidamente.
Me quedé quieta, de pie. El hombre me miró mientras se levantaba pausadamente. Nos observamos unos segundos. Era unos centímetros más alto que yo con el cabello castaño y ojos de gato. Sonrió de pronto.
- Un placer conocerte- dijo con voz muy baja y sensual.
Levanté una ceja.
- No es necesario que sigamos con esto-continuó.
- No, no lo es, si dejas de seguirme- dije amenazante.
Esta vez fue él el que levantó la ceja cínicamente.
- Creo que debes saber que no lo haré.
Negué con la cabeza dejándolo por imposible. Si no me seguía el juego no había nada que hacer.
Di un salto y le golpeé de una patada en la cara, esta vez no podía tener piedad. Cayó de nuevo al suelo, no esperaba mi reacción. No me distraje ni un momento. Saqué la pistola y me agaché apuntándole en la cabeza sujetándole por el cuello con la otra mano. Puse mi rodilla en su pecho para asegurarme. Me miró sorprendido y luego volvió a sonreír. Maldito. Estaba sereno, sabía que no iba a disparar. Teníamos suerte ya que la zona estaba llena de árboles y no se nos distinguía con facilidad, pero un disparo atraería la atención de la multitud.
- No vuelvas a seguirme. Tu vida y la mía dependen de ello-dije lo más bajo y contundente que pude.
Confié en que me entendiera.
Para mi alivio asintió seriamente. Nos miramos unos instantes más y, de otro golpe con la pistola, le partí el labio. Solo giró la cabeza debido al impacto y volvió a mirarme. Lamió la sangre de sus labios y no dijo nada. No tenía sentido hablar más.
Me incorporé aún apuntándole y me alejé poco a poco de espaldas. Cuando me consideré a salvo guardé el arma y, girándome, corrí hacia el hotel. No tenía sentido despistar ni a los que sabía que me seguían, ni a él.

Ya no había marcha atrás. Me había embarcado en una misión personal muy peligrosa, pero, ¿qué significaba vivir fuera de tu moral? ¿Qué sentido tenía seguir adelante con miedo? ¿No disfrutar de las cosas como lo hacía antes?
Ese desconocido me podía dar la oportunidad. Si jugaba bien mis cartas podría salir airosa. Sabía que mi vida no volvería nunca a ser la misma. Nunca volvería a disfrutar de las cosas banales que se nos regalaba pero, había otras, otras que deseaba tener desesperadamente. Una casa, amigos, vecinos quisquillosos, un atardecer, un domingo... cosas que ahora no tenía.
Si, era cierto que a veces salíamos a hacer unas copas algunos del Grupo, pero debíamos ir siempre al acecho, esperando un ataque que nunca sucedía. Debíamos hacer muchos kilómetros para llegar hasta algún suburbio donde nos sirvieran unos cubatas aguados. Pero era lo que había y, de momento, nos contentábamos con aquello.
Pero el paso del tiempo de esa manera nos condicionaba demasiado, un aire pesado nos rodeaba y nos cargaba de pensamientos, de sueños secretos. Todos lo sabíamos y todos callábamos. Era nuestra manera de sobrevivir.

En aquel momento me hallaba estirada en mi cama. El golpe mental me había afectado más de lo que en un primer momento parecía. Me dolía la cabeza y me había puesto un paño de agua fría en la frente. El agente era muy fuerte mentalmente, y, eso, era más peligroso para mi que para él el hecho de poder vencerlo físicamente.
A esas horas, ya habría leído mi nota y mis vigilantes del Centro ya habrían informado de mi pequeña aventura. Logan no tardaría en tomar alguna decisión o callar.
Dos problemas podría solucionar la escenita montada. Aclarar algunas dudas por parte de la Organización, ya que me habían observado atacando a un hombre que me seguía y casi matado, cosa que era lo que quería dejar entrever. Y, además, contactar con el hombre en el que había puesto algunas de mis esperanzas.
La nota indicaba unos puntos clave. Si era quien pensaba que era, sabría descodificarlo ya que era un código secreto del gobierno. La nota indicaba un lugar y una hora, debía tener una entrevista con él lo antes posible. Añadía además un pequeño aviso sobre mi Seguidor, entre su poder y el mío podríamos anularlo sin problemas.
Si la primera parte de mi plan había salido bien podría reunirme con él. Habría que esperar.

EL COMIENZO IV (encuentros)

Un mes más de incertidumbre, 31 días de expectativa, cuatro semanas de interminable espera y, por fin, había llegado el momento. Por vez primera, en mucho tiempo, me había propuesto actuar. Cierto es que no me había atrevido a encararme con nadie en el Centro, pero este hecho me había hecho mucho más fuerte. Tenía vía libre y todos confiaban en mi. Seguía trabajando y sacrificando mi vida por el trabajo.
Parecía ser que, lo ocurrido el mes pasado en el parque, había confirmado mi lealtad. Aunque no suspiraba del todo tranquila. Logan me había enseñado bien, y, como buena alumna, sabía que seguirían alerta sobre mis movimientos.
Cargué la pistola y me la enfundé detrás del pantalón. La pequeña me la puse en la pierna, dentro de los vaqueros. El cuchillo lo llevaba en la otra.
Me encasqueté la cazadora de piel negra y me hice un moño. Mi imagen con expresión segura me devolvía la mirada en el espejo. Pero me conocía ya demasiado bien como para engañarme. En el centro de mi mirada seguía habiendo la chica inocente y temerosa de antaño.
Todo mi cuerpo temblaba ante el miedo, los nervios, la incertidumbre... suspiré intentando relajarme y salí de mi cuarto, la suerte estaba echada...

Unas horas después, me senté relajadamente sobre la hierba. Me había asegurado que no me seguía nadie. Había dado un gran rodeo sin sentido.
Tomé direcciones disparatadas hasta que me aseguré de que estaba sola.
Finalmente, alquilé un caballo en una cuadra cercana y llegué al galope hasta el punto de encuentro con el hombre.

En ese momento, el caballo pastaba tranquilamente. Respiré hondo. Ya estaba hecho. Si en ese momento me descubrían, estaba perdida de todas maneras. Alcé los hombros en respuesta a mis pensamientos.
- Por fin nos encontramos... de nuevo- dijo una voz a mis espaldas.
Miré sobre mi hombro y sonreí maliciosamente. El hombre se acercó y se sentó a mi lado observándome detenidamente.
- Y por fin veo como eres verdaderamente.
Me giré y lo miré interrogativamente. Suspiró y miró hacia delante con una sonrisa.
- Estoy harto de seguir ancianas, chicarrones, ejecutivas, niñas... cada día eres alguien diferente.
Levanté los hombros. Era algo que apenas tenía importancia, era cuestión de saber lo que hacías y no perderte en ello, no renunciar a quién eras por el mero hecho de representar un papel.
-¿Soy como esperabas?- no pude evitar preguntar.
Me miró de nuevo y contestó remarcando cada una de las palabras.
- Eres mucho mejor...
Nos quedamos en silencio unos momentos. Había muchas cosas que decir y poco tiempo.
-¿Quién eres? - decidí ser directa.
Me miró cauteloso. Leí la duda en sus ojos ante la respuesta, pero finalmente se decidió con una media sonrisa.
- Me llamo Joseph y trabajo en un departamento muy poco usual en cualquier gobierno del mundo, supongo que eso es una de las cosas que tenemos en común.
Asentí silenciosamente.
- Solo necesitas saber una cosa. Estoy en el lado en el que la ley debe cumplirse. Comprendo que puede ser difícil de creer, pero ahí estamos y, precisamente, una de nuestras principales investigaciones, se centra en la organización para la que trabajas. No solo asesinan a voluntad sino que violan todos los derechos humanos dentro y fuera.
- Veo que conoces bien el tema.
- Bastante bien, llevo un par de años.
Lo miré sorprendida ante su dedicación.
- No es fácil, hemos detenido a mucha gente, pero nunca llegamos al centro, nos superan en tecnología y en posibilidades en todos los sentidos. Siempre llegamos al punto que debemos, pero llegamos tarde. Solo tenemos unos pocos nombres y fotografías poco aclaratorias, entre ellas la tuya.
- Comprendo.
Lo miré detenidamente y seguí.
- Por lo tanto necesitáis ayuda y, a poder ser, ayuda desde dentro.
- Exactamente.
Me levanté y comencé a pasear. Preveía esta propuesta des del primer momento en que comprendí la existencia de Joseph, pero ahora que la había escuchado ya en voz alta, no me hacía a la idea. Los peligros que me acechaban se hacían más reales, más cercanos. Debía pensarlo bien, si aceptaba, ya no habría vuelta atrás...
Me paré frente a él con energía renovada.
- Qué obtendré yo a cambio- dije segura de que algo tenían pensado ofrecerme.
- Libertad, libertad para vivir, libertad para lo que quieras, lejos de aquí por supuesto pero libertad al fin y al cabo.
-¿Y mis compañeros?
- Tus compañeros no pueden ser juzgados por asesinato ya que están totalmente coaccionados, al igual que tu, pero no confiamos en ellos tanto como en ti.
-¿Por qué? ¿Por qué Logan no confía tanto en ellos como en mi?
Sonrió ante mi suspicacia.
- Si. Aun así comprendemos la situación de todos, obtendrán gran parte de lo que tú recibirás, pero tu vida estará arreglada des del momento en que todo acabe hasta el fin de tus días.
Desde luego era todavía mejor de lo que creía. Me giré hacia él antes de comenzar a divagar sobre las posibilidades.
-¿Qué queréis que haga exactamente?
- Necesitamos información, toda a la que puedas acceder. Intenta introducirte en los ordenadores centrales, desde tu propio servidor ni siquiera lo detectarán, y menos si entras con los métodos que ellos mismos te han enseñado. Debes fotografiar todo lo que encuentres. Lugares, documentos, personas. Y, lo más importante de todo, avanzar los planes de ataque del Centro.
- ¡No!- no pude evitar gritar- Si os entrego esa información nos mataran a todos, notarán que os adelantáis a sus movimientos y sabrán que hay un topo. Puede que no la primera vez, pero si se repite estamos perdidos.
Justo al acabar de hablar caí al suelo medio inconsciente. Noté como casi todo mi poder mental se volatilizaba. Antes de perder la conciencia, un calor restablecedor me abrazó invisible, era Joseph, pero era demasiado tarde...

Al abrir los ojos volví a ver el cielo azul sobre mi, inmenso, magnífico. Un movimiento a mi lado me hizo girarme. Joseph me ofrecía un caramelo. Me giré y, poco a poco, conseguí incorporarme.
- El ataque a tu Seguidor ha sido fuerte.
Me puse la mano en la cabeza. Decidí no preguntar como lo sabía.
- Si, y ya habré levantado sospechas puesto que no han podido acceder a mi situación.
- No te preocupes, ya han accedido, estarán a punto de llegar.
Lo miré asustada.
- Escucha,- siguió- es mejor así. Cuando lleguen te verán tumbada tranquilamente tomando el sol. Es menos sospechoso a que tu mente se resista a cooperar con ellos.
Asentí pensativa, llevaba razón, a veces había que ceder, aunque no soportara el hecho de que me controlaran.
-De acuerdo, en cuanto a nuestro plan, toma este micrófono- me dijo dándome una caja con un pinganillo extremadamente pequeño de color carne- me oirás en cualquier momento, de este modo, te daré los contactos para la entrega de todo lo que puedas facilitarnos.
- Pero yo no podré responderte.
- De todas maneras no habrá opción. O lo haces o no lo haces, no hay nada de qué hablar, además es menos peligroso.
Acepté el micrófono y me lo introduje en el oído.
Joseph extendió la mano hacia mi. Se la estreché.
- Un placer conocerte, Kaori- dijo pronunciando mi nombre. Yo no se lo había dicho pero no me extrañó que lo supiera. Su voz resonó dentro de mi cabeza alta y claramente. Se me erizó la piel ante la sensación cálida de su timbre.
Se giró y se marchó sin decir una palabra más... la suerte estaba echada.

EL COMIENZO V (pensamientos)

"3-1430--tercero del primero arriba".
No abrí los ojos pero el corazón me golpeó como si me hubieran tirado un cubo de agua fría en la cara.
Perfecto, encima tenía que descifrar jeroglíficos de madrugada.
Una vez a la semana, la voz de Joseph me despertaba a cualquier hora de la noche para darme las instrucciones. En las semanas anteriores, había dejado un mensaje para que no fuera de esta manera, no sabía si la protección que rodeaba mi mente podría aguantar uno de aquellos sobresaltos a tiempo.
Por supuesto no hubo respuesta, así que, muchas noches en vela debido a los nervios, me estaban empezando a desquiciar.
Visto objetivamente, todo era muy bonito. Cada día, iba a clases o a estudiar la misión que se estaba preparando y, luego, entrenamiento. Cuando caía rendida en la cama sin poder mover un músculo, una estúpida voz me decía dónde y cuándo.
Y mi espíritu se rebelaba. Gritaba enfadado reivindicando derechos que ni siquiera traspasaban mi boca.
"Tengo estrés", me dije. Y me eché a reír.
La hora de la siguiente misión se acercaba y debía eliminar a una mujer. Una mujer que traficaba con niños, una mujer que....que...que, a mi parecer, lo único que hacía, era salvarles la vida pasándolos clandestinamente de un país esclavista a otro dónde tendrían una oportunidad.
Pero, claro, eso no daba ganancias, eso hacía perder dinero a los peces gordos, gordos y odiosos.
Me pasé las manos por la cara con fuerza intentando limpiarme de todo lo que navegaba por mi cerebro a grandes brazadas ocupando todo el espacio.
El Centro se desviaba. Se desviaba del camino a grandes zancadas, como un monstruo en la mente de un niño creando pesadillas, producido por algo aparentemente inofensivo.
Mi primera víctima fue traficante de armas y asesino a sueldo. Esta era salvadora de almas. ¿Cuál sería el próximo? ¿Algún ratero del metro?
Empezaba a comprender que la organización se estaba privatizando por momentos. Cada vez corría más dinero por los pasillos, cada vez los muertos eran más diversos y tenían un sabor a venganza personal e interés que tumbaba de espaldas.

"3-1430--tercero del primero arriba".
Lenguaje sencillo, ¿para qué utilizar códigos? Supongo que si a mi me parecía casi inverosímil que un infiltrado utilizara un lenguaje tan sencillo para informar, el Centro tampoco podría creérselo. Buena táctica, pero nada segura a mi parecer.
El día tres a partir de entonces a las 14:30 horas en la tercera bocacalle del primer pueblo hacia el Norte. Muy arriesgado, pero había acumulado ya mucha información sobre la misión, debía quitármela de encima o quemarla. Me estaba poniendo nerviosa y mis tutores, como llamaba allí a los simples instructores, podían empezar a sospechar algo. No podía permitirlo.
Si conseguía entregar estos documentos sería el principio del fin y el principio de una vida. Me sorprendió comprobar como la vida confluía en un punto donde principio y fin perdían todo su significado, para comenzar de nuevo.
Toda la información que poseía me inquietaba demasiado y quería soltarla de una vez y, todavía, quedaban tres días donde podía ocurrir de todo.
Logan me enseñó a tener la mente tranquila, a utilizar mi poder para aniquilar y para reforzar mi mente día a día. Con el tiempo, me estaba dando cuenta de que, lo único que puede proteger el poder, es el mismo poder. Pero si tu alma estaba rota, seguía resquebrajada.

"3-1430--tercero del primero arriba".
Tres días después…
Nada pasó. Y lo esperaba. Esperaba que entraran en mi cuarto durmiendo y me eliminaran. De hecho, lo esperaba desde el día en que me encontraron tirada en la hierba después de mi entrevista con Joseph. Nada pasó.
Me llamaron desde el despacho de Logan para recoger unos informes en un punto clave. Era la primera vez y sospeché.
Lo sabían. Sabían que pasaba información y supongo que sería más interesante coger al mismo tiempo al informador y al informado.
Me senté y pensé durante unos minutos. ¿Qué hacer? Joseph dijo que, si no podía ir, se me indicaría otro código de reunión.
Pero tenía tantas ganas de liberarme...
Al fin, tomé una decisión.
Había despistado a Joseph, ¿por qué no a Logan?
Me di cuenta de que todos me temían. Seguían mis pasos con cuidado. Cuando un mosquito te molesta lo matas de un manotazo. Cuando un león te acecha observas sus pasos y esperas que no ataque.
Seguiría mi instinto...
Ahí fue, en ese mismo momento, cuando comenzó todo... y también acabó.

EL COMIENZO VI (FINAL)

Estaba concentrada, lo estaba de verdad. Nada podía fallar. Iría al encuentro del informador del Centro y después al encuentro de Joseph. Lo tenía todo planeado. Pero me sentía mal, sentía que todo aquello no iba a ninguna parte ya que el peligro cada vez acechaba más cerca.
Esta vez acudí en coche. Fui hasta el centro y después al Oeste. Allí cogí la salida hasta que llegué al lugar. Una hora después, aparqué en las afueras de la pequeña ciudad y caminé no se cuanto tiempo. Era como una autómata. Caminaba despacio, pero segura. Contemplando todos y cada uno de los movimientos que mi campo de visión podía cubrir y los que mi mente podía controlar. Todo era normal. Hasta que vi una mujer que me miraba y después se giraba hacia una pequeña calle. La seguí sin dudar un momento hasta donde la había perdido de vista. Al girar la esquina, la mujer me esperaba con un CD en la mano. Me lo entregó y se fue sin cruzar una sola palabra conmigo. Me guardé el disco en el bolsillo y caminé hacia mi coche. Ya estaba hecho. Demasiado fácil.
En unos minutos, llegué al coche y me encerré dentro. Me concentré y conseguí que mi mente volara un poco para reconocer los alrededores. Solo capté pensamientos dispersos, nada importante. Negué con la cabeza sin poder evitarlo. Demasiado fácil.

Volví al Centro sin más dilación. Si tardaba más de lo planeado podrían tener una excusa perfecta. Antes de salir comprobé el disco y, me sorprendió comprobar que no había nada grabado. El CD era virgen. Me enfurecí, perdí el control y puse el coche en marcha.
Más rápido de lo aconsejable, llegué al hotel y, después, al despacho de Logan. Piqué suavemente con los nudillos y entré.
Puse el CD encima de su mesa. La tensión se podía cortar con un cuchillo pero no dejé de mirarle ni un instante.
-Gracias, Kaori. Ahora ve y descansa, en breve comenzará la misión, aunque, en esta ocasión, no irás sola – dijo mientras insertaba el disco en su ordenador.
-¿Cómo?
Logan me miró serio. Yo asentí y salí de su despacho. Maldije por lo bajo por ser tan transparente. No debía dejar que supieran qué pensaba, qué opinaba, ya que ponía en peligro toda mi existencia. Todo esto lo hacía para ponerme nerviosa, y lo estaban consiguiendo.
Me fui a mi habitación y fui a los entrenamientos como siempre. Dejé entrever que estaba más cansada de lo habitual y me retiré temprano. Necesitaba prepararme. Sabía que Joseph me esperaría hasta las 24 horas, lógicamente, nos valía la pena a los dos. Llegar a la hora citada, además, hubiera sido demasiado arriesgado.
Me vestí de negro completamente y salí a la terraza con una cuerda de escalador. Até un gancho en un extremo y lo lancé hacía arriba. Por suerte, se enganchó a la primera en la fachada y, comprobando que todo estaba correcto y que la cuerda aguantaba bien, subí no sin esfuerzo hasta el tejado. Una vez allí, recogí al cuerda y me la até a la cintura agachada. Me senté durante unos instantes. Nada se movía, nada se oía, nada percibí.
Seguí adelante con el plan. Conseguí bajar por la parte trasera del edificio vecino y corrí todo lo rápido que pude, siempre por calles pequeñas y poco transitadas. Sabía que si me seguían, de momento, poco podía hacer, pero no se lo pondría fácil.
En media hora, estaba en el centro de la ciudad donde la gente se cruzaba sin mirarse. Unas personas se fundían con otras, cosa que me beneficiaba. Di vueltas hasta que fue noche cerrada y, cuando las estrellas estaban ya en su máximo esplendor, me encaminé hacia el norte. Caminaba y corría. Iba alternando para no agotarme pero no podía parar ni un segundo.
Llegué hasta la estación de autobuses y compré un billete de ida hacia mi destino.
Quince minutos después, bajé los grandes escalones del autobús junto con un anciano. Lo miré detenidamente buscando facciones que me fueran conocidas pero no vi nada extraño.
Ya no perdí ni un minuto más. Si me ausentaba demasiado tiempo y alguien subía a mi cuarto… no quería ni pensarlo.
Corrí hacia el punto de reunión con Joseph. Cuando giré en la tercera bocacalle lo vi. Él también me vio y asintió. Me acerqué cuidadosamente y extendió la mano.
Saqué el chip con toda la información junto con varios documentos y fotografías. Esta vez había reunido mucho material, material que podía poner punto y final a mi situación, y así lo hizo.
Joseph me miró con los ojos brillantes y me sonrió.
-Todo ha acabado –Sonó una voz a través del pinganillo.
Me quedé paralizada. La voz de Logan me llenó por completo.
Miré a Joseph que seguía sonriendo. Parecía que no se percataba de que en mi oído Logan me hablaba. Pero, ¿cómo…?
Protegí mi mente un poco más. No sabía qué estaba pasando. Logan me había descubierto, pero allí no había nadie más que yo y Joseph.
-¿Te han seguido? – me preguntó.
Moví la cabeza a forma de negación sin saber qué hacer. Entonces recordé mi primera impresión sobre Joseph y decidí arriesgarme.
-Debo irme, pero antes quiero saber algo.- Joseph asintió.
Entonces, me lancé a sus brazos y lo besé con infinita pasión, una pasión que no sentía pero que debía transmitir.
Y, pude entrar. Penetré en su mente libremente accediendo a todo lo que allí albergaba y con tanto celo protegía. Y gemí de dolor. No pude evitar las lágrimas y me separé de él. Mi muerte y la de muchos otros estaba allí tatuada en su cerebro a fuego. Joseph me miró y supo al instante qué había pasado.
Giré en redondo y salí corriendo sabiendo que él iba tras de mi pero, al llegar a la callé principal, me paré en seco. Docenas de armas me apuntaban directamente.
Un grito aterrador me sacudió como una descarga eléctrica en mi oído.
-¡¡AGACHATEEE!!
Me tiré al suelo y comenzó una sinfonía estremecedora de explosiones de todo tipo. Duró unos pocos segundos y, cuando acabó, un cuerpo cayó a mi lado de manera grotesca. Me giré y vi a Joseph que me miraba pero su luz se apagaba y, comprendí que me había engañado. Entendí que todo había sido una farsa desde el principio.
Entonces, noté un intenso dolor en el brazo. Una bala me había impactado en el brazo y chorreaba sangre, pero no me importaba.
Alguien me ayudó a levantarme. Era Logan. Nos miramos largamente. No tenía fuerzas para nada, sabía que iba a morir por mi traición, pero ya no quería luchar. Me había equivocado.
-Joseph no era lo que parecía- dijo suavemente secándome las lágrimas. Me sorprendió estar llorando, me sentía tan vacía…
-Las buenas intenciones no salvan al mundo, Sara. Las buenas acciones sí.
Y diciendo esto, se dio la vuelta y se marchó.
Ya no me sorprendió el llanto. Esta vez lloraba por una vida que me sobrepasaba, lloraba por mi error, por haberme equivocado, por no diferenciar entre el bien y el mal a simple vista. Por no diferenciar entre Logan y Joseph. Por haber estado a punto de traicionar aquello por lo que luchaba, aquello en lo que creía.

Días después, Logan me explicó que Joseph los había traicionado tiempo atrás con una de sus misiones. Un rico empresario traficante de mujeres que, al parecer, lo había captado fácilmente, tal como Joseph lo había hecho conmigo. A él con dinero, a mi con mi libertad.
Sabía que el Centro iba tras él y necesitaba gente como nosotros en sus filas para, por lo menos, tener alguna posibilidad.
Gracias a mi, esa posibilidad podía haber sido el fin de la Organización y la culpa me perseguía como una loba al acecho de su víctima.

Sabía que tenía que morir y lo afronté.




Pero, al parecer, Logan tenía otro futuro preparado para mi aunque, eso, es otra historia…

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