EL COMIENZO (el comienzo)
Mi
cabeza daba vueltas y vueltas. Todo mi cuerpo temblaba a causa de los calambres
por estar mucho rato en la misma posición. Mis muñecas empezaban a sangrar ya
que parecía ser que no habían encontrado más que alambres para atármelas. No
podía creer lo que me estaba sucediendo. ¿Por qué yo? ¿Qué tenía yo que ellos
quisieran? Creía que ya conocía todas las desgracias posibles, pero aquella,
las superaba a todas.
Todo
empezó cuando, al salir del hospital, dos brazos de hierro me agarraron por
detrás y, casi sin darme cuenta de lo que sucedía, me metieron en una especie
de camioneta. En seguida, noté un golpe seco en la nuca y... oscuridad
Desperté
estirada sobre algo frío y duro. Abrí los ojos y la luz me deslumbró cegándome
por unos instantes. Cuando me acostumbré a ella, vi que estaba en una
habitación sin ventanas y con las paredes blancas. Yo estaba sobre una camilla
sin sábanas ni mantas. Me habían puesto una especie de camisón de hospital pero
mucho más áspero e incómodo. Tenía mucho frío. Intenté levantarme pero entró un
hombre y volví a recostarme rápidamente. Iba todo de negro y una gorra le
tapaba parte de la cara.
Era
muy alto y delgado. No puede evitar sentir como el terror golpeaba mi corazón.
No habló, simplemente me levantó bruscamente y me dio tal bofetada que caí al
suelo. Me giré y lo miré sorprendida saboreando mi propia sangre. Me agarró por
el pelo, me levantó y me empujó hacia la pared golpeándome la cabeza, cosa que
me aturdió, aunque no lo suficiente para no cubrirme cuando su puño se acercaba
a mi apartándome de él instintivamente.
Lo
miré fijamente. Su cara reflejaba una indiferencia que empezaba a enfurecerme.
Poco a poco comenzó a acercarse mientras yo caminaba hacia atrás hasta notar la
camilla a mis espaldas. Cuando lo tuve lo suficientemente cerca, me senté en
ella y levanté la pierna golpeándole en el estómago.
El
hombre se retorció de dolor y, aprovechando el momento, corrí hacia la puerta.
Cerrada. Me giré. Le miré. Me miró. Sabía que iba a sufrir las consecuencias de
lo que acababa de hacer. Después del segundo golpe perdí el conocimiento...
Y
allí estaba. Atada, molida a golpes y sola en la oscuridad.
Después
de lo que, quizá, fueron horas, se abrió una puerta por la cual entró algo de
luz. Me fue suficiente para saber que seguía viva.
Esta
vez era una mujer. Iba vestida igual que el otro hombre.
-
Supongo que ya te imaginarás que vas a morir-dijo con voz aterciopelada. Yo
asentí.
-
Bien-siguió.
Reuní
las pocas fuerzas que me quedaban para preguntar:
-¿Por
qué?
- Y,
¿por qué no?
-
Porque yo no quiero que me matéis.
-
Bueno, eso no es una razón suficiente para evitarlo.
-
Para mi sí.
-
Para mi no. Piensa que tus razones no tienen porque ser las mías.
-¿Qué
dirías si tú estuvieras en mi situación?
-
Probablemente lo mismo que tú.
- Y,
¿por qué no intentas entenderme?
-
Porque si tú estuvieras en mi lugar no lo intentarías, de hecho ni te
importaría.
- No
conozco tus razones para hacerme esto, así que esta conversación se está
volviendo ridícula-concluí con desprecio.
-
Quizá si, quizá no. La verdad, no te ha de preocupar mucho ya que...
-Si,si.
Ya se.
Nos
miramos durante largo rato.
-¿Sabes?,
te admiro-dijo de pronto.
La
miré sorprendida.
-
Otras personas pasaron por esto llorando y pidiendo clemencia. Me daban asco.
-¿Por
qué has de despreciar a las personas que demuestran sus sentimientos, que
quieren vivir a toda costa?
La
mujer alzó los hombros mostrando indiferencia.
-¿Sabes
qué?- continué- que yo las admiro, las admiro porque se apasionan por la vida.
Ponen todas sus fuerzas en vivir el momento y disfrutar de él. No creo que seas
capaz tú de eso.
Me
miró molesta. Ya que iba a morir por lo menos me desfogaría con aquella mujer
que empezaba a suscitar en mi un odio tal que, si hubiera tenido algún medio a
mi alcance, la hubiera matado a sangre fría y sin pensármelo dos veces.
Entonces, de pronto, cayó al suelo en un golpe sordo. Yo
abrí los ojos por la sorpresa y, al cabo de cinco segundos, entraron dos
hombres y, encendiendo la luz, la recogieron y se la llevaron. Entonces, el
hombre que me había golpeado, apareció en la puerta.
-
Sabía que lo conseguirías, pero es increíble la rapidez con la que lo has
hecho.
-¿El
qué?- pregunté sin comprender.
-
Matar, matar por el simple hecho de desearlo.
-
Pero yo no...
Entonces
comprendí.
-
Muy bien, y ahora, ¿qué?
-
Ahora muchas cosas. Sé que tienes muchas preguntas y te las responderé a su
debido tiempo.
No
soportaba aquello. A él también lo odiaba, podía intentar...
-
No, no te aconsejo que lo intentes conmigo. Tú y yo somos iguales ¿sabes? Una
lucha entre nosotros podría ser desastrosa.
-¿Por
qué?
-
Porque sería como una lucha entre dioses.
-
Comprendo- no entendía nada.
-
No, no comprendes. Tu vida a partir de ahora será totalmente diferente. Serás
otra persona...
-¿Quién
lo ha decidido?- pregunté inquisitiva.
-
Yo- contestó levantando las cejas, después continuó- Somos pocos, te
necesitamos.
-¿Quienes?
El
hombre se acercó a mi y se agachó hasta casi tocarme la nariz con la suya.
Entonces se quitó la gorra. Me sorprendí ante el atractivo de su cara, pero aún
así lo odiaba.
- Lo
sabrás a su debido tiempo. Ahora, ¡vamos!
EL COMIENZO II (descubrimientos)
Corrí
como alma que lleva el diablo. Doblé la esquina y seguí hasta llegar al parque,
cerca del lugar donde había actuado. Las lágrimas me incomodaban y no podía ver
con claridad. Me las limpié rápidamente hasta llegar a unos lavabos públicos.
Entré por una de las ventanas de la parte de atrás. No había nadie, aunque ya
lo sabía antes de entrar.
Una
vez dentro, me quité la peluca morena y me deshice la cola dejando que el pelo
me cayera por los hombros con libertad. Me quité la blusa negra y la falda y me
puse una minifalda rosa y una camiseta blanca. Me puse las bambas y luego me
encasqueté una gorra. Los despojos los dejé dentro de una tubería en el lavabo
que tenía el letrero de "NO FUNCIONA".
Antes
de salir me miré en el espejo y me hundí más en la gorra no dejando casi ver
mis ojos. La expresión que había en ellos era la misma que tenía siempre después
de eliminar a alguien que, sin poder evitarlo, me caía bien. Era un sentimiento
que me impregnaba el alma desde lo más profundo cuando entraba en sus
mentes. Todos tenían esa zona oscura y tenebrosa donde repasaba los hechos que
me habían facilitado en los informes anteriormente para confirmar que no me
mentían, pero, solo algunos, tenían otro lugar apacible y sencillo que
conectaba conmigo de manera arrolladora. Eliminar a estos últimos era demasiado
para mi, pero debía hacerlo para poder sobrevivir.
Tantas
veces había planeado dejarlo, tantas veces había querido escapar, cambiar de
vida, pero no era posible. Por mucho que huyera de Ellos siempre me
encontrarían, me habían implantado un Seguidor que me impedía utilizar todo lo
que había aprendido para ocultarme. Me localizarían cuando quisieran. Lo había
visto veces anteriores. Compañeros con los que había convivido lo habían
intentado pero siempre habían sido descubiertos y, en unas horas, capturados.
Nunca los volvía a ver.
Suspiré
y levanté los hombros intentando demostrarme a mi misma que empezaba ya a serme
indiferente todo aquello.
Cogí
la mochila y salí de allí silbando. Caminé despacio y segura y me metí un
chicle en la boca masticando con desparpajo. ¿Para qué tanta precaución?
¿Quién
se iba a imaginar quienes éramos y lo que hacíamos? Mis preguntas siempre
tenían la misma respuesta por parte de Logan... "son medidas de seguridad,
por precaución, nada más". Por precaución, ¿precaución por qué?, ¿a qué le
hemos de temer? o, ¿a quién?
Seguí
caminando y me dirigí hacia la parada de autobús. Todo estaba en calma en
aquella zona. Nadie me miraba. Me senté en el banco a esperar.
Revisé
todo mi alrededor con disimulo. Mi mirada se detuvo bruscamente sobre dos ojos
que me observaban. Bajé la mirada y volví a mirar hacia aquel punto.
Era
un hombre vestido con un abrigo negro. Debajo llevaba un traje con corbata
también oscuro. Las manos en los bolsillos.
Intenté
entrar en su mente con precaución pero, al intentarlo, un muro incandescente me
hizo rebotar. Un gemido salió de mi garganta y me puse la mano en la cabeza
cerrando los ojos.
Inmediatamente
y sin mirar comencé a correr. No sabía hacia donde pero sabía que tenía que
huir de aquel individuo. Después de unos minutos, me metí en un centro
comercial intentando evitar que la gente me mirara directamente. Me dirigí
hacia los lavabos. Entré y me miré al espejo. Tenía la cara manchada de sangre
que manaba de mi nariz. Con un poco de papel y agua me limpié.
No
podía ser. No conocía a aquel hombre. No era de los nuestros pero tenía un
poder igual o mayor. No se si yo sería capaz de rechazar un intruso en mi mente
con esa fuerza. Me puse el auricular y conecte la radio. Me dirigí hacia la
calle despacio, observando a mi alrededor, tanteando mentes con sumo cuidado.
Nada, nadie me amenazaba. Mientras, oía la voz de Logan al otro lado.
-
Informa, Kaori.
Bajé
la cabeza.
-
Voy hacia el Centro.
-¿Qué
pasa? ¿Por qué el retraso?
-
Perdí el autobús.
El
silencio que le siguió me dio a entender que dudaba de mis palabras.
- Ya
sabes lo que tienes que hacer. Corto-contestó finalmente con voz seca.
Me
deslicé el auricular bajo la camiseta y avancé hasta la calle. Cogí un taxi y
le pedí que me llevara al otro lado de la ciudad. Cuando llegamos cogí otro que
me llevó al centro. Paseé un rato y, cuando verifiqué que nadie me seguía entré
en el metro.
Después
de dos horas, entré por la puerta de servicio del hotel por donde nos
deslizábamos para entrar en el Centro. El acceso estaba estratégicamente
colocado detrás del ascensor. Era tan típico que el primer día que lo vi me dio
la risa. Logan me miró seriamente como siempre hacía cuando algo no le parecía
correcto, que en cuanto a mi era cualquier cosa que yo hiciera u opinara.
-¿Quién
iba a buscar aquí un centro de operaciones? La gente se dedica a ver películas
pero no se cree nada de lo que ve, así que...- y encogió los hombros.
Comprendí
la filosofía del Centro. Desde luego, me daba cuenta de lo irónica que era la
vida.
En
cuanto al hotel, todos los empleados habían sido contratados y se les pagaba
muy bien para acallar posibles sospechas, aunque no era difícil porque solíamos
variar nuestro aspecto con suma frecuencia. Además, aquello era un hotel,
precisamente un lugar en el que las caras continuamente eran diferentes.
Minutos
después, entré en mi despacho. Me senté en la silla y estiré las piernas
echándome hacia atrás todo lo que pude.
Debía
hacer el informe del caso pero todavía no sabía exactamente como describirlo
todo. Debía contar, además, con el grave episodio vivido con el desconocido. Me
había detectado puesto que, al tener la mente tan protegida, demostraba que se
había dado cuenta de mi poder. Podía incluso saber quién era yo y a qué me
dedicaba. Estaba en peligro pero, por alguna razón, no quería que la Organización supiera
nada. Mi instinto no se equivocaba casi nunca. Una vez más confiaría en él. De
todas maneras era consciente de que mi vida peligraba, mi primera reacción al
contactar con él había sido alejarme, debía estar preparada para un próximo
encuentro.
EL COMIENZO III (planes)
Mientras
Logan revisaba mi informe del último caso, crucé las piernas e intenté
relajarme, procuré convencerme de que, cuando acabara de leerlo, me creería sin
dudarlo ni un momento. Llevaba ya dos años en activo, no había hecho nunca nada
para que pudieran sospechar de mi, no los había engañado nunca.
Por
fin acabó y, sin mirarme, dijo:
-
Puedes retirarte.
Me
levanté y salí cerrando la puerta cuidadosamente.
Por
fin, llegué a mi habitación que estaba en el ático del hotel. Era bastante
espaciosa, de hecho disponía de un discreto comedor, un dormitorio y un
estudio. No era mucho como piso para vivir pero, con la vida que llevaba, desde
luego era una mínima preocupación.
Lancé
las llaves sobre el mueble y me dirigí a la terraza. Me apoyé en la barandilla
con los codos y contemplé la calle.
Estaba
a una altura de seis pisos aproximadamente, así que podía percibir situaciones,
oír a lo lejos palabras sueltas de conversaciones ajenas, risas... era algo
parecido a volver a vivir una vida normal. Sabía que únicamente podía observar,
nunca más podría intervenir en algo parecido a mi existencia anterior.
Debía
estar atenta, ahora más que nunca... tenía un doble juego entre manos que
podría costarme la vida, lo había comenzado al ocultar la verdad en mi informe.
Mis
pensamientos se interrumpieron bruscamente. Un hombre con las manos en los
bolsillos de su abrigo observaba la calle con expresión tranquila. Me percaté
de que, de vez en cuando vigilaba la puerta del hotel... era Él.
Me
aparté de la barandilla con el corazón acelerado y me asomé de nuevo poco a
poco para mirarlo, intentando que no se diera cuenta de que estaba allí.
Todo
él gritaba que era un agente del gobierno. Aunque yo también lo era al fin y al
cabo solo que, los métodos del Centro eran un poco más drásticos. No se basaban
en las leyes, sino en los hechos, para poder condenar a alguien a la muerte.
Según Logan todo estaba muy estudiado, todo era verificado hasta la saciedad
para no errar en el tiro, pero mi conciencia me preguntaba continuamente ¿y
si...? De todas maneras no era yo quien para decidir, de hecho no tenía derecho
ni a emitir un sonido de desobediencia, mi misión impuesta era la que era y no
había nada que hacer. Nuestra existencia la conocían apenas unas cuantas
personas de las que ni siquiera conocía su identidad, tampoco deseaba saberla.
Pero
algo pasaba. Ese hombre no parecía uno de los grandes a los que yo imaginaba
maquinando una organización, un grupo que hiciera desaparecer a gente a su
propio criterio o voluntad.
Seguí
observándolo con objetividad, intenté indagar, intuir cuidadosamente en su
persona basándome en lo que veía. Protegí mi mente y no intenté en ningún
momento introducirme en la de él, eso me habría delatado.
Un
aire de superioridad lo rodeaba como un aura luminosa. Miró la hora en el reloj
de muñeca con un movimiento suave y rítmico. Tenía el ceño fruncido y miraba a
su alrededor sin ninguna expresión en el rostro, ni curiosidad ni expectación,
nada... era tan perfecto en toda su forma que empezaba a nacer en mi una
profunda sensación desagradable desde el estómago.
Bien,
debía hacer algo.
Las
puertas del ascensor se abrieron media hora después mientras mis oídos
escuchaban el sonido de aviso de llegada. Me encantaba ese sonido, era algo
seguro, algo que siempre sucedía en ese determinado momento. Ese timbre, de una
sola nota resonante, anunciaba siempre una llegada. No había engaños, mentiras,
traiciones... siempre era igual.
Caminé
tranquila. Había decidido vestirme con traje, el pelo recogido severamente en
un moño y maquillada para parecer bastante más mayor. Deseaba saber hasta que
punto podía llegar. La primera vez que nos habíamos visto vestía de niña de
escuela, sabía que me localizaría, pero debía tantear el terreno.
El
botones me hizo una señal de reconocimiento y me abrió la puerta. Le guiñé el
ojo y salí, era uno de los mejores en aquel lugar.
En
seguida noté su mirada en mi. Protegí mi mente suavemente y comencé a caminar
hacia un parque cercano. No noté nada, así que imaginé que me estaba siguiendo.
Mi
caminar tranquilo me acercó poco a poco hacia mi destino. En diez minutos
llegué a las puertas del parque y aceleré un poco más el paso. Entré y giré a
la derecha pero, en lugar de seguir, me agazapé pegada a la pared esperando a
que apareciera el desconocido.
Minutos
después de una vigilancia incansable, vi una pierna con el pantalón que
reconocí como suyo. Antes de que se diera cuenta de mi posición, lo golpeé de
una patada en el pecho. Se tambaleó hacia atrás y aproveché para golpearlo en
la cara. Cayó hacia la pared y se quedó tumbado en el suelo. Me extrañó haberle
dejado KO tan rápido así que me acerqué sigilosa, era mi oportunidad. Me
arrodillé introduciendo un papel en el bolsillo de su abrigo.
De
pronto, un flash en mi mente me golpeó y me hizo caer hacia atrás con
violencia. Intenté reaccionar lo más rápidamente posible, debía escapar de
aquella situación. Aproveché el impulso de la caída para dar una voltereta y
ponerme en pie. Me mareé un poco pero los nervios me mantuvieron lo suficientemente
alerta como para recuperarme rápidamente.
Me
quedé quieta, de pie. El hombre me miró mientras se levantaba pausadamente. Nos
observamos unos segundos. Era unos centímetros más alto que yo con el cabello
castaño y ojos de gato. Sonrió de pronto.
- Un
placer conocerte- dijo con voz muy baja y sensual.
Levanté
una ceja.
- No
es necesario que sigamos con esto-continuó.
-
No, no lo es, si dejas de seguirme- dije amenazante.
Esta
vez fue él el que levantó la ceja cínicamente.
-
Creo que debes saber que no lo haré.
Negué
con la cabeza dejándolo por imposible. Si no me seguía el juego no había nada
que hacer.
Di
un salto y le golpeé de una patada en la cara, esta vez no podía tener piedad.
Cayó de nuevo al suelo, no esperaba mi reacción. No me distraje ni un momento.
Saqué la pistola y me agaché apuntándole en la cabeza sujetándole por el cuello
con la otra mano. Puse mi rodilla en su pecho para asegurarme. Me miró
sorprendido y luego volvió a sonreír. Maldito. Estaba sereno, sabía que no iba
a disparar. Teníamos suerte ya que la zona estaba llena de árboles y no se nos
distinguía con facilidad, pero un disparo atraería la atención de la multitud.
- No
vuelvas a seguirme. Tu vida y la mía dependen de ello-dije lo más bajo y
contundente que pude.
Confié
en que me entendiera.
Para
mi alivio asintió seriamente. Nos miramos unos instantes más y, de otro golpe
con la pistola, le partí el labio. Solo giró la cabeza debido al impacto y
volvió a mirarme. Lamió la sangre de sus labios y no dijo nada. No tenía
sentido hablar más.
Me
incorporé aún apuntándole y me alejé poco a poco de espaldas. Cuando me
consideré a salvo guardé el arma y, girándome, corrí hacia el hotel. No tenía
sentido despistar ni a los que sabía que me seguían, ni a él.
Ya
no había marcha atrás. Me había embarcado en una misión personal muy peligrosa,
pero, ¿qué significaba vivir fuera de tu moral? ¿Qué sentido tenía seguir
adelante con miedo? ¿No disfrutar de las cosas como lo hacía antes?
Ese
desconocido me podía dar la oportunidad. Si jugaba bien mis cartas podría salir
airosa. Sabía que mi vida no volvería nunca a ser la misma. Nunca volvería a
disfrutar de las cosas banales que se nos regalaba pero, había otras, otras que
deseaba tener desesperadamente. Una casa, amigos, vecinos quisquillosos, un atardecer,
un domingo... cosas que ahora no tenía.
Si,
era cierto que a veces salíamos a hacer unas copas algunos del Grupo, pero
debíamos ir siempre al acecho, esperando un ataque que nunca sucedía. Debíamos
hacer muchos kilómetros para llegar hasta algún suburbio donde nos sirvieran
unos cubatas aguados. Pero era lo que había y, de momento, nos contentábamos
con aquello.
Pero
el paso del tiempo de esa manera nos condicionaba demasiado, un aire pesado nos
rodeaba y nos cargaba de pensamientos, de sueños secretos. Todos lo sabíamos y
todos callábamos. Era nuestra manera de sobrevivir.
En
aquel momento me hallaba estirada en mi cama. El golpe mental me había afectado
más de lo que en un primer momento parecía. Me dolía la cabeza y me había
puesto un paño de agua fría en la frente. El agente era muy fuerte mentalmente,
y, eso, era más peligroso para mi que para él el hecho de poder vencerlo
físicamente.
A
esas horas, ya habría leído mi nota y mis vigilantes del Centro ya habrían
informado de mi pequeña aventura. Logan no tardaría en tomar alguna decisión o
callar.
Dos
problemas podría solucionar la escenita montada. Aclarar algunas dudas por
parte de la Organización ,
ya que me habían observado atacando a un hombre que me seguía y casi matado,
cosa que era lo que quería dejar entrever. Y, además, contactar con el hombre
en el que había puesto algunas de mis esperanzas.
La
nota indicaba unos puntos clave. Si era quien pensaba que era, sabría
descodificarlo ya que era un código secreto del gobierno. La nota indicaba un
lugar y una hora, debía tener una entrevista con él lo antes posible. Añadía
además un pequeño aviso sobre mi Seguidor, entre su poder y el mío podríamos
anularlo sin problemas.
Si
la primera parte de mi plan había salido bien podría reunirme con él. Habría
que esperar.
EL COMIENZO IV (encuentros)
Un
mes más de incertidumbre, 31 días de expectativa, cuatro semanas de
interminable espera y, por fin, había llegado el momento. Por vez primera, en
mucho tiempo, me había propuesto actuar. Cierto es que no me había atrevido a
encararme con nadie en el Centro, pero este hecho me había hecho mucho más
fuerte. Tenía vía libre y todos confiaban en mi. Seguía trabajando y
sacrificando mi vida por el trabajo.
Parecía
ser que, lo ocurrido el mes pasado en el parque, había confirmado mi lealtad.
Aunque no suspiraba del todo tranquila. Logan me había enseñado bien, y, como
buena alumna, sabía que seguirían alerta sobre mis movimientos.
Cargué
la pistola y me la enfundé detrás del pantalón. La pequeña me la puse en la
pierna, dentro de los vaqueros. El cuchillo lo llevaba en la otra.
Me
encasqueté la cazadora de piel negra y me hice un moño. Mi imagen con expresión
segura me devolvía la mirada en el espejo. Pero me conocía ya demasiado bien
como para engañarme. En el centro de mi mirada seguía habiendo la chica
inocente y temerosa de antaño.
Todo
mi cuerpo temblaba ante el miedo, los nervios, la incertidumbre... suspiré
intentando relajarme y salí de mi cuarto, la suerte estaba echada...
Unas
horas después, me senté relajadamente sobre la hierba. Me había asegurado que
no me seguía nadie. Había dado un gran rodeo sin sentido.
Tomé
direcciones disparatadas hasta que me aseguré de que estaba sola.
Finalmente,
alquilé un caballo en una cuadra cercana y llegué al galope hasta el punto de
encuentro con el hombre.
En
ese momento, el caballo pastaba tranquilamente. Respiré hondo. Ya estaba hecho.
Si en ese momento me descubrían, estaba perdida de todas maneras. Alcé los
hombros en respuesta a mis pensamientos.
-
Por fin nos encontramos... de nuevo- dijo una voz a mis espaldas.
Miré
sobre mi hombro y sonreí maliciosamente. El hombre se acercó y se sentó a mi
lado observándome detenidamente.
- Y
por fin veo como eres verdaderamente.
Me
giré y lo miré interrogativamente. Suspiró y miró hacia delante con una
sonrisa.
-
Estoy harto de seguir ancianas, chicarrones, ejecutivas, niñas... cada día eres
alguien diferente.
Levanté
los hombros. Era algo que apenas tenía importancia, era cuestión de saber lo
que hacías y no perderte en ello, no renunciar a quién eras por el mero hecho
de representar un papel.
-¿Soy
como esperabas?- no pude evitar preguntar.
Me
miró de nuevo y contestó remarcando cada una de las palabras.
-
Eres mucho mejor...
Nos
quedamos en silencio unos momentos. Había muchas cosas que decir y poco tiempo.
-¿Quién
eres? - decidí ser directa.
Me
miró cauteloso. Leí la duda en sus ojos ante la respuesta, pero finalmente se
decidió con una media sonrisa.
- Me
llamo Joseph y trabajo en un departamento muy poco usual en cualquier gobierno
del mundo, supongo que eso es una de las cosas que tenemos en común.
Asentí
silenciosamente.
-
Solo necesitas saber una cosa. Estoy en el lado en el que la ley debe
cumplirse. Comprendo que puede ser difícil de creer, pero ahí estamos y,
precisamente, una de nuestras principales investigaciones, se centra en la
organización para la que trabajas. No solo asesinan a voluntad sino que violan
todos los derechos humanos dentro y fuera.
-
Veo que conoces bien el tema.
-
Bastante bien, llevo un par de años.
Lo
miré sorprendida ante su dedicación.
- No
es fácil, hemos detenido a mucha gente, pero nunca llegamos al centro, nos
superan en tecnología y en posibilidades en todos los sentidos. Siempre llegamos
al punto que debemos, pero llegamos tarde. Solo tenemos unos pocos nombres y
fotografías poco aclaratorias, entre ellas la tuya.
-
Comprendo.
Lo
miré detenidamente y seguí.
-
Por lo tanto necesitáis ayuda y, a poder ser, ayuda desde dentro.
-
Exactamente.
Me
levanté y comencé a pasear. Preveía esta propuesta des del primer momento en
que comprendí la existencia de Joseph, pero ahora que la había escuchado ya en
voz alta, no me hacía a la idea. Los peligros que me acechaban se hacían más
reales, más cercanos. Debía pensarlo bien, si aceptaba, ya no habría vuelta
atrás...
Me
paré frente a él con energía renovada.
-
Qué obtendré yo a cambio- dije segura de que algo tenían pensado ofrecerme.
-
Libertad, libertad para vivir, libertad para lo que quieras, lejos de aquí por
supuesto pero libertad al fin y al cabo.
-¿Y
mis compañeros?
-
Tus compañeros no pueden ser juzgados por asesinato ya que están totalmente
coaccionados, al igual que tu, pero no confiamos en ellos tanto como en ti.
-¿Por
qué? ¿Por qué Logan no confía tanto en ellos como en mi?
Sonrió
ante mi suspicacia.
-
Si. Aun así comprendemos la situación de todos, obtendrán gran parte de lo que
tú recibirás, pero tu vida estará arreglada des del momento en que todo acabe
hasta el fin de tus días.
Desde
luego era todavía mejor de lo que creía. Me giré hacia él antes de comenzar a
divagar sobre las posibilidades.
-¿Qué
queréis que haga exactamente?
-
Necesitamos información, toda a la que puedas acceder. Intenta introducirte en
los ordenadores centrales, desde tu propio servidor ni siquiera lo detectarán,
y menos si entras con los métodos que ellos mismos te han enseñado. Debes
fotografiar todo lo que encuentres. Lugares, documentos, personas. Y, lo más
importante de todo, avanzar los planes de ataque del Centro.
-
¡No!- no pude evitar gritar- Si os entrego esa información nos mataran a todos,
notarán que os adelantáis a sus movimientos y sabrán que hay un topo. Puede que
no la primera vez, pero si se repite estamos perdidos.
Justo
al acabar de hablar caí al suelo medio inconsciente. Noté como casi todo mi
poder mental se volatilizaba. Antes de perder la conciencia, un calor
restablecedor me abrazó invisible, era Joseph, pero era demasiado tarde...
Al
abrir los ojos volví a ver el cielo azul sobre mi, inmenso, magnífico. Un
movimiento a mi lado me hizo girarme. Joseph me ofrecía un caramelo. Me giré y,
poco a poco, conseguí incorporarme.
- El
ataque a tu Seguidor ha sido fuerte.
Me
puse la mano en la cabeza. Decidí no preguntar como lo sabía.
-
Si, y ya habré levantado sospechas puesto que no han podido acceder a mi
situación.
- No
te preocupes, ya han accedido, estarán a punto de llegar.
Lo
miré asustada.
-
Escucha,- siguió- es mejor así. Cuando lleguen te verán tumbada tranquilamente
tomando el sol. Es menos sospechoso a que tu mente se resista a cooperar con
ellos.
Asentí
pensativa, llevaba razón, a veces había que ceder, aunque no soportara el hecho
de que me controlaran.
-De acuerdo,
en cuanto a nuestro plan, toma este micrófono- me dijo dándome una caja con un
pinganillo extremadamente pequeño de color carne- me oirás en cualquier
momento, de este modo, te daré los contactos para la entrega de todo lo que
puedas facilitarnos.
-
Pero yo no podré responderte.
- De
todas maneras no habrá opción. O lo haces o no lo haces, no hay nada de qué
hablar, además es menos peligroso.
Acepté
el micrófono y me lo introduje en el oído.
Joseph
extendió la mano hacia mi. Se la estreché.
- Un
placer conocerte, Kaori- dijo pronunciando mi nombre. Yo no se lo había dicho
pero no me extrañó que lo supiera. Su voz resonó dentro de mi cabeza alta y
claramente. Se me erizó la piel ante la sensación cálida de su timbre.
Se
giró y se marchó sin decir una palabra más... la suerte estaba echada.
EL COMIENZO V (pensamientos)
"3-1430--tercero
del primero arriba".
No
abrí los ojos pero el corazón me golpeó como si me hubieran tirado un cubo de
agua fría en la cara.
Perfecto,
encima tenía que descifrar jeroglíficos de madrugada.
Una
vez a la semana, la voz de Joseph me despertaba a cualquier hora de la noche
para darme las instrucciones. En las semanas anteriores, había dejado un
mensaje para que no fuera de esta manera, no sabía si la protección que rodeaba
mi mente podría aguantar uno de aquellos sobresaltos a tiempo.
Por
supuesto no hubo respuesta, así que, muchas noches en vela debido a los
nervios, me estaban empezando a desquiciar.
Visto
objetivamente, todo era muy bonito. Cada día, iba a clases o a estudiar la
misión que se estaba preparando y, luego, entrenamiento. Cuando caía rendida en
la cama sin poder mover un músculo, una estúpida voz me decía dónde y cuándo.
Y mi
espíritu se rebelaba. Gritaba enfadado reivindicando derechos que ni siquiera
traspasaban mi boca.
"Tengo
estrés", me dije. Y me eché a reír.
La
hora de la siguiente misión se acercaba y debía eliminar a una mujer. Una mujer
que traficaba con niños, una mujer que....que...que, a mi parecer, lo único que
hacía, era salvarles la vida pasándolos clandestinamente de un país esclavista
a otro dónde tendrían una oportunidad.
Pero,
claro, eso no daba ganancias, eso hacía perder dinero a los peces gordos,
gordos y odiosos.
Me
pasé las manos por la cara con fuerza intentando limpiarme de todo lo que
navegaba por mi cerebro a grandes brazadas ocupando todo el espacio.
El
Centro se desviaba. Se desviaba del camino a grandes zancadas, como un monstruo
en la mente de un niño creando pesadillas, producido por algo aparentemente
inofensivo.
Mi
primera víctima fue traficante de armas y asesino a sueldo. Esta era salvadora
de almas. ¿Cuál sería el próximo? ¿Algún ratero del metro?
Empezaba
a comprender que la organización se estaba privatizando por momentos. Cada vez
corría más dinero por los pasillos, cada vez los muertos eran más diversos y
tenían un sabor a venganza personal e interés que tumbaba de espaldas.
"3-1430--tercero
del primero arriba".
Lenguaje
sencillo, ¿para qué utilizar códigos? Supongo que si a mi me parecía casi
inverosímil que un infiltrado utilizara un lenguaje tan sencillo para informar,
el Centro tampoco podría creérselo. Buena táctica, pero nada segura a mi
parecer.
El
día tres a partir de entonces a las 14:30 horas en la tercera bocacalle del
primer pueblo hacia el Norte. Muy arriesgado, pero había acumulado ya mucha
información sobre la misión, debía quitármela de encima o quemarla. Me estaba
poniendo nerviosa y mis tutores, como llamaba allí a los simples instructores,
podían empezar a sospechar algo. No podía permitirlo.
Si
conseguía entregar estos documentos sería el principio del fin y el principio
de una vida. Me sorprendió comprobar como la vida confluía en un punto donde
principio y fin perdían todo su significado, para comenzar de nuevo.
Toda
la información que poseía me inquietaba demasiado y quería soltarla de una vez
y, todavía, quedaban tres días donde podía ocurrir de todo.
Logan
me enseñó a tener la mente tranquila, a utilizar mi poder para aniquilar y para
reforzar mi mente día a día. Con el tiempo, me estaba dando cuenta de que, lo
único que puede proteger el poder, es el mismo poder. Pero si tu alma estaba
rota, seguía resquebrajada.
"3-1430--tercero
del primero arriba".
Tres
días después…
Nada
pasó. Y lo esperaba. Esperaba que entraran en mi cuarto durmiendo y me eliminaran.
De hecho, lo esperaba desde el día en que me encontraron tirada en la hierba
después de mi entrevista con Joseph. Nada pasó.
Me
llamaron desde el despacho de Logan para recoger unos informes en un punto
clave. Era la primera vez y sospeché.
Lo
sabían. Sabían que pasaba información y supongo que sería más interesante coger
al mismo tiempo al informador y al informado.
Me
senté y pensé durante unos minutos. ¿Qué hacer? Joseph dijo que, si no podía
ir, se me indicaría otro código de reunión.
Pero
tenía tantas ganas de liberarme...
Al
fin, tomé una decisión.
Había
despistado a Joseph, ¿por qué no a Logan?
Me
di cuenta de que todos me temían. Seguían mis pasos con cuidado. Cuando un
mosquito te molesta lo matas de un manotazo. Cuando un león te acecha observas
sus pasos y esperas que no ataque.
Seguiría
mi instinto...
Ahí
fue, en ese mismo momento, cuando comenzó todo... y también acabó.
EL COMIENZO VI (FINAL)
Estaba
concentrada, lo estaba de verdad. Nada podía fallar. Iría al encuentro del
informador del Centro y después al encuentro de Joseph. Lo tenía todo planeado.
Pero me sentía mal, sentía que todo aquello no iba a ninguna parte ya que el
peligro cada vez acechaba más cerca.
Esta
vez acudí en coche. Fui hasta el centro y después al Oeste. Allí cogí la salida
hasta que llegué al lugar. Una hora después, aparqué en las afueras de la
pequeña ciudad y caminé no se cuanto tiempo. Era como una autómata. Caminaba
despacio, pero segura. Contemplando todos y cada uno de los movimientos que mi
campo de visión podía cubrir y los que mi mente podía controlar. Todo era
normal. Hasta que vi una mujer que me miraba y después se giraba hacia una
pequeña calle. La seguí sin dudar un momento hasta donde la había perdido de
vista. Al girar la esquina, la mujer me esperaba con un CD en la mano. Me lo
entregó y se fue sin cruzar una sola palabra conmigo. Me guardé el disco en el
bolsillo y caminé hacia mi coche. Ya estaba hecho. Demasiado fácil.
En
unos minutos, llegué al coche y me encerré dentro. Me concentré y conseguí que
mi mente volara un poco para reconocer los alrededores. Solo capté pensamientos
dispersos, nada importante. Negué con la cabeza sin poder evitarlo. Demasiado
fácil.
Volví
al Centro sin más dilación. Si tardaba más de lo planeado podrían tener una
excusa perfecta. Antes de salir comprobé el disco y, me sorprendió comprobar
que no había nada grabado. El CD era virgen. Me enfurecí, perdí el control y
puse el coche en marcha.
Más
rápido de lo aconsejable, llegué al hotel y, después, al despacho de Logan.
Piqué suavemente con los nudillos y entré.
Puse
el CD encima de su mesa. La tensión se podía cortar con un cuchillo pero no
dejé de mirarle ni un instante.
-Gracias,
Kaori. Ahora ve y descansa, en breve comenzará la misión, aunque, en esta
ocasión, no irás sola – dijo mientras insertaba el disco en su ordenador.
-¿Cómo?
Logan
me miró serio. Yo asentí y salí de su despacho. Maldije por lo bajo por ser tan
transparente. No debía dejar que supieran qué pensaba, qué opinaba, ya que
ponía en peligro toda mi existencia. Todo esto lo hacía para ponerme nerviosa,
y lo estaban consiguiendo.
Me
fui a mi habitación y fui a los entrenamientos como siempre. Dejé entrever que
estaba más cansada de lo habitual y me retiré temprano. Necesitaba prepararme.
Sabía que Joseph me esperaría hasta las 24 horas, lógicamente, nos valía la
pena a los dos. Llegar a la hora citada, además, hubiera sido demasiado
arriesgado.
Me
vestí de negro completamente y salí a la terraza con una cuerda de escalador.
Até un gancho en un extremo y lo lancé hacía arriba. Por suerte, se enganchó a
la primera en la fachada y, comprobando que todo estaba correcto y que la cuerda
aguantaba bien, subí no sin esfuerzo hasta el tejado. Una vez allí, recogí al
cuerda y me la até a la cintura agachada. Me senté durante unos instantes. Nada
se movía, nada se oía, nada percibí.
Seguí
adelante con el plan. Conseguí bajar por la parte trasera del edificio vecino y
corrí todo lo rápido que pude, siempre por calles pequeñas y poco transitadas.
Sabía que si me seguían, de momento, poco podía hacer, pero no se lo pondría
fácil.
En
media hora, estaba en el centro de la ciudad donde la gente se cruzaba sin
mirarse. Unas personas se fundían con otras, cosa que me beneficiaba. Di
vueltas hasta que fue noche cerrada y, cuando las estrellas estaban ya en su
máximo esplendor, me encaminé hacia el norte. Caminaba y corría. Iba alternando
para no agotarme pero no podía parar ni un segundo.
Llegué
hasta la estación de autobuses y compré un billete de ida hacia mi destino.
Quince
minutos después, bajé los grandes escalones del autobús junto con un anciano.
Lo miré detenidamente buscando facciones que me fueran conocidas pero no vi
nada extraño.
Ya
no perdí ni un minuto más. Si me ausentaba demasiado tiempo y alguien subía a
mi cuarto… no quería ni pensarlo.
Corrí
hacia el punto de reunión con Joseph. Cuando giré en la tercera bocacalle lo
vi. Él también me vio y asintió. Me acerqué cuidadosamente y extendió la mano.
Saqué
el chip con toda la información junto con varios documentos y fotografías. Esta
vez había reunido mucho material, material que podía poner punto y final a mi
situación, y así lo hizo.
Joseph
me miró con los ojos brillantes y me sonrió.
-Todo
ha acabado –Sonó una voz a través del pinganillo.
Me
quedé paralizada. La voz de Logan me llenó por completo.
Miré
a Joseph que seguía sonriendo. Parecía que no se percataba de que en mi oído
Logan me hablaba. Pero, ¿cómo…?
Protegí
mi mente un poco más. No sabía qué estaba pasando. Logan me había descubierto,
pero allí no había nadie más que yo y Joseph.
-¿Te
han seguido? – me preguntó.
Moví
la cabeza a forma de negación sin saber qué hacer. Entonces recordé mi primera
impresión sobre Joseph y decidí arriesgarme.
-Debo
irme, pero antes quiero saber algo.- Joseph asintió.
Entonces,
me lancé a sus brazos y lo besé con infinita pasión, una pasión que no sentía
pero que debía transmitir.
Y, pude
entrar. Penetré en su mente libremente accediendo a todo lo que allí albergaba
y con tanto celo protegía. Y gemí de dolor. No pude evitar las lágrimas y me
separé de él. Mi muerte y la de muchos otros estaba allí tatuada en su cerebro
a fuego. Joseph me miró y supo al instante qué había pasado.
Giré
en redondo y salí corriendo sabiendo que él iba tras de mi pero, al llegar a la
callé principal, me paré en seco. Docenas de armas me apuntaban directamente.
Un
grito aterrador me sacudió como una descarga eléctrica en mi oído.
-¡¡AGACHATEEE!!
Me
tiré al suelo y comenzó una sinfonía estremecedora de explosiones de todo tipo.
Duró unos pocos segundos y, cuando acabó, un cuerpo cayó a mi lado de manera
grotesca. Me giré y vi a Joseph que me miraba pero su luz se apagaba y,
comprendí que me había engañado. Entendí que todo había sido una farsa desde el
principio.
Entonces,
noté un intenso dolor en el brazo. Una bala me había impactado en el brazo y
chorreaba sangre, pero no me importaba.
Alguien
me ayudó a levantarme. Era Logan. Nos miramos largamente. No tenía fuerzas para
nada, sabía que iba a morir por mi traición, pero ya no quería luchar. Me había
equivocado.
-Joseph
no era lo que parecía- dijo suavemente secándome las lágrimas. Me sorprendió
estar llorando, me sentía tan vacía…
-Las
buenas intenciones no salvan al mundo, Sara. Las buenas acciones sí.
Y
diciendo esto, se dio la vuelta y se marchó.
Ya
no me sorprendió el llanto. Esta vez lloraba por una vida que me sobrepasaba,
lloraba por mi error, por haberme equivocado, por no diferenciar entre el bien
y el mal a simple vista. Por no diferenciar entre Logan y Joseph. Por haber
estado a punto de traicionar aquello por lo que luchaba, aquello en lo que
creía.
Días
después, Logan me explicó que Joseph los había traicionado tiempo atrás con una
de sus misiones. Un rico empresario traficante de mujeres que, al parecer, lo
había captado fácilmente, tal como Joseph lo había hecho conmigo. A él con
dinero, a mi con mi libertad.
Sabía
que el Centro iba tras él y necesitaba gente como nosotros en sus filas para,
por lo menos, tener alguna posibilidad.
Gracias
a mi, esa posibilidad podía haber sido el fin de la Organización y la
culpa me perseguía como una loba al acecho de su víctima.
Sabía
que tenía que morir y lo afronté.
Pero,
al parecer, Logan tenía otro futuro preparado para mi aunque, eso, es otra
historia…
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