Tengo la gran suerte de vivir en Barcelona. Y tengo la gran
suerte de que el Salón del Manga que se celebra cada año es, cada vez, mucho
más grande y famoso.
El sábado pasado, volví a tener suerte. Pude acudir.
Sabíamos a lo que íbamos, a pasar horas de cola pero, también
sabíamos, que obtendríamos una buena recompensa a cambio… el mundo asiático que
tanto me fascina.
No soy apenas consumidora de manga, si soy bastante consumidora de
anime a temporadas, tengo mis series favoritas por supuesto, y adoro todo lo
que rodea este mundillo: los disfraces, el entusiasmo de la gente, el mundo
coreano (Kpop, doramas, programas televisivos, actores, actrices…), las buenas
coreografías que inundan el mundo de la música asiática (Corea, Japón, Taiwan…),
la comida japonesa y algo de la coreana…su filosofía y su mundo....
Qué más decir, estaba en mi salsa.
Cuatro horas de cola distaban de la entrada al Salón, poco
sabía yo del aguante que tenemos las personas por las cosas que nos gustan, pero
ahí estaba yo, a pleno sol a las doce del mediodía, de pie, con sed, con
hambre…eso sí, disfruté como una niña viendo como pasaban los disfraces por mi
lado, algo que también me encanta, disfrazarme.
La gente frustrada por la mala organización en cuanto al
tema del aforo y las colas. Dos horas parados sin avanzar por esa mala organización. Los únicos pequeños
pasos que íbamos dando cada diez minutos, era de la gente que pedía la
devolución de su entrada y se iba a casa con la esperanza de volver al día
siguiente más temprano y poder entrar.
Aún así, la gente que nos quedábamos allí sonreíamos constantemente al vivir un ambiente tan feliz, sano y
acogedor. Ni un solo altercado, ni una sola discusión, todo risas y buen rollo.
Me encantó.
Aquí unas pocas fotos del avance:
A una hora de entrar, ya desmayados de hambre, hicimos lo
que era propio en un lugar así, uno guardó la cola mientras otro iba a por
comida y qué mejor que un buen Yakisoba caliente y excelentemente preparado
para meterte aún más en ese mundo: " Itadakimasu !!!!!!"
Por fin, las puertas se abrieron de par en par y pudimos
entrar ágilmente.
Al entrar, lo primero que ves es un gran espacio abierto
con una cafetería y un escenario donde una chica cantaba. Buena voz, pero una
canción que no me pegaba mucho con el ambiente.
Lo dejé pasar y entramos, haciendo otra cola (eso fue ya de
risa) al Salón mismo.
Puestos llenos de muñecos, peluches, colecciones de manga,
dibujos, posters, pinturas, llaveros, pegatinas, chapas, collares, bolsos,
mochilas, fotos con nuestros ídolos de todo tipo, ropa, gorros de anime, manga
y juegos, muñecos y muñequitos desde los más tontos hasta de colección, firma
de mangakas españoles…..había tanto por ver y tanto entusiasmo que al principio
fuimos sin orden ni concierto.
Finalmente nos organizamos y empezamos a ir pasillo por
pasillo para no perdernos nada.
El centro de la sala, lleno a reventar de pantallas, donde la
gente jugaba a juegos unos contra otros, karaoke a servir y para los niños
tantas cosas que perdías la cuenta.
Para los padres frikis, una guardería de La
Abeja Maya donde apalancar a los más peques
y poder disfrutar a pleno pulmón.
En un extremo, se abría una sala con exposición sobre
historia, vida y milagros de los mangakas españoles. Allí se hacían charlas de
expertos y los mismos mangakas de nuestra tierra contestando preguntas directamente
de un público entusiasmado por saber.
En el otro extremo otra sala se abría. Allí estaban todos los
puestos de comida japonesa.
Desde la típica que puedes encontrar en un
restaurante, incluidos ramen y demás parafernalia, hasta los helados o bolas de
arroz que has visto comer tantas veces en series como Ranma.
Allí habían mesas y sillas y espacios libres donde la gente se
sentaba a descansar y comer algo. En esa misma sala, chefs reconocidos de
cocina japonesa (coincidí con el dueño del restaurante japonés "Dos palillos" con nosecuantas estrellas michelín) enseñaban y daban sus consejos para cocinar comida japonesa.
Todo un lujo. Con cámaras enfocando los platos que emitían imágenes en los
monitores, para los que no podíamos ni acercarnos a verlo.
Después de comerme un par de bolas de arroz con alga de salmón y atún (dios, que bueno estaba). Dimos otra vuelta. Esta vez, por la
segunda sala llena de puestos aún más llenos.
Aquí, además, podías encontrar talleres que enseñaban a
coserte gorros de lana o punto, a atarte un kimono, a dibujar….Exposiciones
sobre cómics y mangas…Un museo entero para One Piece con personajes disfrazados
en él.
Yo no daba a basto.
Finalmente acabé con un sombrero puesto del Teemo, del juego
League of Legens, y la Tardis
del Dr. Who con lucecita y ruidito de teletransporte incluida.
Como guinda del pastel, llegó la hora del concierto.
Programado para las seis y media de la tarde la cantante Aiko Nakano, que canta la intro y el end de Bailando con Vampiros.
Aparte de estas dos canciones, cantó otras tres. Una
preciosa y potente voz, y buena música, incluidas las compuestas por ella
misma. Disfruté mucho y la chica animaba al personal para participar y
aplaudir.
Allí mismo, en la sala donde se hacían los conciertos, pude
ver unos minutos de sumo, también televisado porque no había quien metiera la
cabeza.
Otros puestos para aprender a dibujar y, casi en medio de todo ello, la
posibilidad de entrar y ser bateador con una máquina manipulada por dos japoneses vestidos de jugadores que sonreían al bateador y le
enseñaban la bola antes de meterla en la máquina.
Me fui de allí con buen sabor de boca y la promesa de volver
al año siguiente.
Pero la próxima vez llegaré a primera hora de la mañana y con bocadillos en la
mochila.
A continuación, pondré las pocas fotos que pude hacer de gente disfrazada. Tuve
serios problemas con las baterías tanto del móvil como de la cámara de fotos.
Ante todo, disculpas por la mala calidad pero mi cerebro
chorreaba entusiasmo y cansancio por igual.
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